Y seguimos profundizando sobre lo que queremos ser como cole. En esta ocasión, desde la comisión de cultura y con el propósito de que hablemos más sobre educación, invitamos a María Elena Ramírez, antigua maestra del cole) a compartir su experiencia...
La verdad es que la sensación después de la charla que tuvimos fue de que había sido un momento muy especial y enriquecedor. Desde la sencillez de María Elena, compartiendo con nosotros su vida hasta la charla entre amigos que vino después.
La verdad es que disfrutamos como niños.
María Elena quería que fuese una charla no una clase magistral. Su intención fue contarnos las ideas, encuentros, palabras, historias,… que había ido descubriendo en su vida profesional y personal y que habían ido cuestionando, cambiando, enriqueciendo y completando su visión de la infancia.
No creo que podamos contar aquí lo que ocurrió porque el momento es único y no se puede transmitir la forma de contar su propia vida de María Elena, con esa verdad humilde con la que habla alguien de lo que es y que no intenta convencer sino compartir lo que trae.
Pero en la charla se escucho...
- Os voy a hablar en torno a la infancia comprendida entre los 0 y los 100 años.
- Yo empecé en el cole y desde el principio tenía claro esto:
La cosa es que no era suficiente, había cosas que se me escapaban.
- Y fueron llegando a mi vida otros planteamientos como el de Noam Chomsky, famoso lingüísta y una persona muy comprometida con lo social que plantea cosas como:
- Y, después escuché a Eduardo Galeano:
- Y…
Un día Fui con uno de mis nietos a una tienda a comprar un jersey.
Entramos y le dije “Elige el que quieras”. Y, claro, el niño
buscó y escogió uno caqui de militar horroroso.
- ¿Vas a coger ese tan feo?.- Con todo lo que voy diciendo, me salió así. Actuamos como hemos aprendido y de una manera automática.
El niño finalmente eligió otro jersey con el que su
abuela estaba más contenta. Después, a lo largo de la tarde, después de estar jugando, el niño se acercó con un
envoltorio en la mano:
- ¡Toma, tíralo!
- Pero bueno, tíralo tú.- respondí.
- ¡Tíralo! - el
niño, con un tono enfadado.
- Pero, ¿por qué te pones así? ¿Qué te pasa?
- Que eres una mandona. Me he comprado el jersey que
tú querías, no el que quería yo.
Y tenía razón.
- Hay momentos en que n
os
parece que nos retan, que nos desafían, pero en realidad cooperan hasta tal
punto que pierden su dignidad, porque siguen pensando que sus padres, madres y
profesores son lo mejor del mundo, aunque los machaquemos. Tenemos que pensar
en la infancia como seres humanos con la misma dignidad que cualquiera.
- Guillermo Borja, en su libro La locura lo cura, nos plantea otro paradigma para educar...
"La niñez es la época adecuada para expresarnos de manera desbordada, dejando erupcionar nuestro volcán. Esta es una posibilidad única e irrepetible para una buena formación. El niño es intensidad en su totalidad; en las conductas de los niños hay tanta energía que los adultos se asustan, debido sobre todo a que su falta de presencia y timidez les impide convertirse en el ser irracional que es su hijo y no les deja abrir el ducto de contacto entre ámbos. No me refiero sólo al contacto físico sino al que se deriva de la animalidad compartida, tan olvidad por los adultos. Los niños nos recuerdan la represión por altavoces. Si les permitieramos expresarse, nos guiarían en nuestra enseñanza como padres, puesto que saben siempre lo que quieren, y lo piden. El adulto, en una situación de necesidad, se queda un paso por detrás del niño, porque no se atreve a pedir. Se cree que a cada edad corresponde un comportamiento específico pero esto es una programación establecida por un dominante. No todas las etapas de la vida se desarrollan tal como se supone, como no se madura una fruta porque se me antoje. La auténtica pedagogía es aquella en la que lo que se espera del otro se convierte en sólo esperar".
- Los padres tenemos mucho poder acompañando a nuestros hijos...
- Y, otra vez Galeano, con su manera de contar historias, nos aporta la convicción de que debemos de acompañar, de caminar juntos, que lo necesitamos ellos y nosotros…
- Terminamos con un precioso video que refuerza esa idea que impregna toda la charla. Tenemos que escuchar a los niños, ellos nos tocan en las cosas importantes, nos hablan al corazón y nos cuestionan lo que estamos siendo…
- Un niño
hace siempre lo que tiene que hacer. Cuando nos cuestionan (y siempre ponen el
dedo en la herida) tenemos que pararnos y pensar sobre ello, incluso pensar
juntos, con ellos. Ellos nos enseñan, sólo tenemos que estar atentos, mirar,
observar, acompañarles y saber retirarnos para dejar crecer interfiriendo lo
menos posible. Que su dignidad no se viole.
Después, ¿cómo no?, hubo un debate y compartimos mucho de lo escuchado desde la visión y la experiencia de cada uno… Creemos que todos salimos "tocados" y sensibles de algún modo y que, a partir de esta experiencia, observaríamos más a nuestros niños (hijos y alumnos) para preservar su dignidad de una forma más consciente.
También María Elena propuso un grupo de trabajo para todo el que quisiera profundizar en el tema. Se está reuniendo en el colegio algunas tardes y está siendo una experiencia preciosa y muy necesaria. Cualquiera que quiera participar tiene las puertas abiertas.
Y por
último, alguien dijo algo que es de lo más hermoso que hemos escuchado últimamente:
Los niños cuando les escuchan sienten que se les
quieren.
Cuando se les quiere, sienten placer.
Y del placer al entusiasmo…
Nos vemos por nuestro colegio….